martes, 25 de agosto de 2009

Elefantes

Los pies no resisten el peso del cuerpo, mis piernas empiezan a inclinarse hacia la izquierda, los muslos las siguen un poco obligados. Todo el tronco cae, no hace mucho ruido, no existe quien quiera escuchar, y las ramas de ese arbol yacen sobre mis ojos, ¡cómo me arden!, ¡cómo me pesan!. Las manos en el oscuro y mojado pasto, no entienden como es posible vivir entre tanta frialdad. Intento hablar, pero las palabras no obedecen, no coordinan, a fin de cuentas es Domingo de Insurrección, las ideas en mi cabeza están más revueltas que este maldito mundo que no se queda quieto ante mi,  maldito mundo, deja de moverte de un lado a otro, me vas a enloquecer, me vas a poner cuerdo, y esto cuerdo es aún más grotesco , ya lo se mundito, no tienes ganas de curarte, estas muy enfermo, y cuanto odias quedarte en cama. Ahora lo peor, se perdio la estetica (si es que eso es algo), un liquido asqueroso pide a gritos que mi boca se abra, tiene la necesidad de salir, esta tan cerca a la salida que ha olvidado los modales, le da igual si aterriza en el W.C o no, no quiero pararme, estoy borracho (¿ y qué?). Necesito un cigarrillo, cualquier cosa que me haga botar humo de mi boca, y asi poder simular que, al menos, mi mundo interno si razona y se prendió fuego.

"Hay una sola razón por la que aún no mato, aún no logró converncerlos a todos de que también lo hagan" - S.F

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